miércoles, 10 de julio de 2013

Estigma en la enfermedad mental grave

La palabra “Estigma” proviene del griego y significa “atravesar, hacer un agujero”. El estigma es una etiqueta que se pone sobre la persona.
La enfermedad mental suele identificarse como si fuese un único rasgo de la personalidad. Es habitual escuchar “es esquizofrénico” o “es depresiva” en vez de padece esquizofrenia o sufre depresión. Sin embargo, esto no sucede con las enfermedades físicas, seguramente no habéis oído nunca decir “es un canceroso” de alguien que sufre cáncer. Ciertos diagnósticos despiertan prejuicios contra las personas. Ante los estigmas la persona debe afrontar dos problemas: la enfermedad en sí y los prejuicios y discriminaciones que recibe.
Una de las consecuencias de los prejuicios es el autoestigma. Algunas personas con enfermedad mental asumen los estigmas impuestos como verdaderos. Los profesionales en salud mental estamos acostumbrados a oír entre los enfermos “es que estoy enfermo”, “no puedo es que soy esquizofrénico”, “yo es que soy bipolar y no puedo”. Han perdido la confianza en su recuperación. Es fácil imaginarse las consecuencias de los estigmas;  influyen negativamente en la autoestima, en la aceptación de la enfermedad o la posibilidad de buscar ayuda profesional.             Si la persona con enfermedad mental y su familia creen que no hay solución,  que no hay mejora posible, y que es inútil cualquier actuación que se lleve a cabo, seguramente evitarán acudir en busca de ayuda profesional.
El miedo y la aversión de la sociedad cierra muchas puertas a estas personas: sanitarias, laborales, de vivienda o de relaciones sociales.
Es necesario que los profesionales en conjunto trabajemos para mejorar su confianza. La rehabilitación es posible. 
Son muchos los grupos que trabajan para concienciar sobre este problema y cambiar estas falsas creencias, pero en realidad, la información sobre la enfermedad mental proviene casi exclusivamente de los medios de comunicación y en ocasiones, utilizan la enfermedad mental para crear morbo, intentan mostrarla como dolor, sufrimiento, violencia, crimen… De este modo, se refuerzan las concepciones negativas que tiene la sociedad sobre la enfermedad mental, aumentan los estigmas. Estos titulares que sirven para llamar la atención del público suponen una falta de ética profesional.
¿Las personas con enfermedad mental son más violentas?
Analizando la evidencia científica podemos comprobar que las personas con enfermedad mental no son más violentas que el resto, al contrario, suelen ser víctimas de agresiones. También suelen ser objeto de burla y desprecio.
Es necesaria la promoción de la salud mental de las personas como parte indivisible de su salud y bienestar. Los prejuicios y la discriminación tienen su origen en el desconocimiento. Seguramente los que trabajáis en salud mental hayáis tenido que desmentir varias veces estereotipos sobre la enfermedad mental. Creencias frecuentes como: “no pueden trabajar yo nunca le contrataría”, “no saben hacer nada y no aprenden”, “no pueden vivir solos”, “son peligrosos”, “los locos tienen que estar internados”. Desgraciadamente, sé que esto os ha pasado a la mayoría, que vuestros conocidos y amigos desconozcan la realidad de la enfermedad mental.

¿Cómo podemos aumentar el conocimiento sobre la enfermedad mental?
1. Información. Jornadas de sensibilización y campañas en medios de comunicación por ejemplo.
2. Facilitar la interacción y los contactos sociales: integración en la vida cotidiana de personas con problemas de salud mental. Facilitar oportunidades de vivir en la comunidad con los apoyos necesarios para residir en entornos vecinales normales, trabajar en empleos reconocidos y valorados y mantener relaciones sociales significativas.
3. Redes de servicios comunitarios, integrados en los sistemas sanitarios y sociales públicos.
4. Atención sanitaria y social de calidad técnica y sobre todo humana.  Son muchas las quejas que nos llegan a los clínicos respecto a la atención humana que han recibido en ocasiones.
5. Apoyar el movimiento asociativo, incluyendo el apoyo a las familias.
6. Agentes sociales que aumenten y mejoren el conocimiento de la enfermedad mental. De forma más específica, los profesionales de la salud mental debemos ejercer como "educadores sanitarios" de la población general.
7. Promover investigaciones coordinadas y multidisciplinares,
Seguramente sean necesarias muchas más pautas pero con los datos que manejamos actualmente creemos que estas son las más necesarias.

Sandra Pérez

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