La palabra “Estigma” proviene del griego y significa
“atravesar, hacer un agujero”. El estigma es una etiqueta que se pone sobre la persona.
La enfermedad mental suele
identificarse como si fuese un único rasgo de la personalidad. Es habitual escuchar
“es esquizofrénico” o “es depresiva” en vez de padece esquizofrenia o sufre
depresión. Sin embargo, esto no sucede con las enfermedades físicas, seguramente
no habéis oído nunca decir “es un canceroso” de alguien que sufre cáncer. Ciertos
diagnósticos despiertan prejuicios contra las personas. Ante los estigmas la
persona debe afrontar dos problemas: la enfermedad en sí y los prejuicios
y discriminaciones que recibe.
Una de las consecuencias de los prejuicios es el autoestigma. Algunas
personas con enfermedad mental asumen los estigmas impuestos como verdaderos. Los
profesionales en salud mental estamos acostumbrados a oír entre los enfermos
“es que estoy enfermo”, “no puedo es que soy esquizofrénico”, “yo es que soy
bipolar y no puedo”. Han perdido la confianza en su recuperación. Es
fácil imaginarse las consecuencias de los estigmas; influyen
negativamente en la autoestima, en la aceptación de la enfermedad o la posibilidad
de buscar ayuda profesional. Si
la persona con enfermedad mental y su familia creen que no hay solución, que no hay mejora posible, y que es inútil
cualquier actuación que se lleve a cabo, seguramente evitarán acudir en busca
de ayuda profesional.
El miedo y la aversión de la sociedad cierra muchas puertas a estas
personas: sanitarias, laborales, de vivienda o de relaciones sociales.
Es necesario
que los profesionales en conjunto trabajemos para mejorar su confianza. La
rehabilitación es posible.
Son muchos los grupos que
trabajan para concienciar sobre este problema y cambiar estas falsas creencias,
pero en realidad, la información sobre la enfermedad mental proviene casi
exclusivamente de los medios de comunicación y en ocasiones, utilizan la
enfermedad mental para crear morbo, intentan mostrarla como dolor, sufrimiento,
violencia, crimen… De este modo, se refuerzan las concepciones negativas que tiene
la sociedad sobre la enfermedad mental, aumentan los estigmas. Estos titulares que
sirven para llamar la atención del público suponen una falta de ética
profesional.
¿Las
personas con enfermedad mental son más violentas?
Analizando la evidencia
científica podemos comprobar que las personas con enfermedad mental no son más
violentas que el resto, al contrario, suelen ser víctimas de agresiones.
También suelen ser objeto de burla y desprecio.
Es necesaria la promoción de
la salud mental de las personas como parte indivisible de su salud y bienestar.
Los prejuicios y la discriminación tienen su origen en el desconocimiento.
Seguramente los que trabajáis en salud mental hayáis tenido que desmentir
varias veces estereotipos sobre la enfermedad mental. Creencias frecuentes
como: “no pueden trabajar yo nunca le contrataría”, “no saben hacer nada y no
aprenden”, “no pueden vivir solos”, “son peligrosos”, “los locos tienen que
estar internados”. Desgraciadamente, sé que esto os ha pasado a la mayoría, que
vuestros conocidos y amigos desconozcan la realidad de la enfermedad mental.
¿Cómo podemos aumentar el
conocimiento sobre la enfermedad mental?
1. Información.
Jornadas de sensibilización y campañas en medios de comunicación por ejemplo.
2. Facilitar la interacción y los contactos sociales: integración en la vida
cotidiana de personas con problemas de salud mental. Facilitar oportunidades de
vivir en la comunidad con los apoyos necesarios para residir en entornos
vecinales normales, trabajar en empleos reconocidos y valorados y mantener
relaciones sociales significativas.
3. Redes
de servicios comunitarios, integrados en los sistemas sanitarios y sociales
públicos.
4. Atención
sanitaria y social de calidad técnica y sobre todo humana. Son muchas las quejas que nos llegan a los
clínicos respecto a la atención humana que han recibido en ocasiones.
5. Apoyar el movimiento asociativo, incluyendo el
apoyo a las familias.
6. Agentes
sociales que aumenten y mejoren el conocimiento de la enfermedad mental.
De forma más específica, los profesionales de la salud mental debemos
ejercer como "educadores sanitarios" de la población general.
7. Promover investigaciones coordinadas y multidisciplinares,
Seguramente
sean necesarias muchas más pautas pero con los datos que manejamos actualmente creemos
que estas son las más necesarias.
Sandra Pérez
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